viernes, 3 de abril de 2009

4. Casi al final de todo, mientras ella se arreglaba

Nelson Algren, fuente aquí.

—¿Por qué dejaste de quererlo?
—No dejé de quererlo, más bien me desenamoré.
—¿Y por qué te desenamoraste?
—¿Por qué? porque se convirtió en una carta semanal, un papel relleno con caricias del pasado, una historia que no avanzaba, que no nos llevaba a ninguna parte. Él se fue buscando no sé qué, y al final acabamos cogidos de la mano en márgenes distintas del río. Ni podíamos conocer la vida de más allá, ni podíamos dormir juntos.
—¿Y no podíais haber cogido vuestras vidas y haberlas puestos en el mismo lado del río?
—Quizás sí, pero él quería volver y yo aún no me veía allí; con él sí, pero no en aquella ciudad. Al final de la relación me arrepentí, y creo que él también, pero ya no había vuelta atrás. La distancia nos había convertido en extraños. Recuerdo que la última vez que lo olí parecía otro, —¿dónde estaba mi amor?— me preguntaba.
—Ya veo, ¿y hace mucho de eso?
—Pues sí que hace, al menos quince años. Nos vinimos a París hace algo así como dieciocho años. Vivimos un año juntos y él se volvió a Sevilla. Duramos cosa de dos años en la distancia.
—Qué pena, ¿no?
—Pues sí mon petit.
—¿Y tú crees que con nosotros pasará lo mismo?
—Claro que sí, tú te irás a Madrid y querrás alejarte del río; y yo volveré a mis libros, a la epistemología y al vibrador que me consolaba antes de conocerte.
—¡No digas eso!
—Pero será así pequeño. Volveré a buscarme, cuarentona, sola y desengañada, entre las piernas de esta desvirgada París.

No hay comentarios: